No hay nada más siniestro que una ciudad siendo bombardeada, pero eso es lo que desgraciadamente ocurrió en Rotterdam durante la Segunda Guerra Mundial. Para enfrentar el triste futuro, los concejales de la ciudad tomaron una decisión radical: la ciudad no sería reconstruida exactamente como había sido. Rebotar, inventar, imaginar, fueron las palabras clave, en lugar de llorar, lamentar o desesperar. Se favoreció la audacia y la creatividad para erigir los futuros edificios de la ciudad, haciendo de Rotterdam un verdadero laboratorio arquitectónico. Esto es lo que sigue siendo hoy en día, trayendo constantemente innovaciones tanto en sus edificios como en su tejido urbano.
Entre sus sorprendentes logros, tengo una debilidad por este conjunto de edificios que parecen extraños robots con cabezas amarillas y cuadradas, inclinados hacia un lado. Me refiero al complejo de « casas cúbicas » creado por el arquitecto Piet Blom entre 1978 y 1984.
En el emblemático y céntrico barrio del « Oude Haven », Blom imagina, en sus palabras, « una vivienda como un techo urbano ». Estos son módulos de casas cuadriláteros encaramados, todos idénticos y que juntos parecen un juego de Lego adulto.
Con sus grandes cabezas cúbicas con ojos a los lados que se inclinan condescendientemente en el aire, parece que están a punto de cobrar vida.
Dependiendo del ángulo de visión, parecen un brebaje de chismes, un bosque surrealista o un caleidoscopio.
Cuando caminas en el espacio público, bajo los enormes pilones que los sostienen, incluso esperarías ver pequeños hombres de otro planeta saliendo de su nave espacial por la escalera única que tiene cada morada. Sin embargo, hay gente real que ha vivido y sigue viviendo aquí, en unidades de unos 100 m2 cada una, construidas a medida para adaptarse a esta pendiente.
Cuando caminas en el espacio público, bajo los enormes pilones que los sostienen, incluso esperarías ver pequeños hombres de otro planeta saliendo de su nave espacial por la escalera única que tiene cada morada. Sin embargo, hay gente real que ha vivido y sigue viviendo aquí, en unidades de unos 100 m2 cada una, construidas a medida para adaptarse a esta pendiente.
Este conjunto de casas es jocoso, poético y desconcertante.
Entre la ciencia ficción y la narración infantil, parece un pueblo de gigantes amistosos que se divertiría viendo pasar a los transeúntes. Por encima de todo, es una miniatura de la ley de la gravedad, el conservadurismo y la vivienda masiva y, hoy en día, uno de los lugares más atractivos de la ciudad.
Piet Blom era considerado un arquitecto extraño, obstinado e inflexible en sus elecciones y compromisos. Se convirtió en una figura clave del movimiento estructuralista y, con el increíble descaro de sus casas cúbicas, abrió el camino a todas las posibilidades del paisaje urbano de Rotterdam.
Text de Claudia Gillet-Meyer, photos de Régis Meyer.
Más informaciónes : https://circarq.wordpress.com/2018/02/20/piet-blom/