Atmósfera

Jizos inesperados, en la encrucijada (JAPÓN)

13 mayo 2021
Jizo

Todos estamos en el camino y de paso, niños que han crecido, viajeros en la vida o en el ancho mundo. El camino que tomamos cada día, material o espiritual, no siempre es evidente. A veces tenemos dudas, nos perdemos, dejamos de ver nuestro objetivo o nos enfrentamos a obstáculos mayores de los que esperábamos. En esos momentos, cuando nuestro viaje como seres humanos se vuelve más difícil, nos gustaría mucho encontrarnos con un guía que nos comprenda y nos ayude. 

En Japón, esta guía existe y se llama Jizō Bosatsu.

Jizo

En la religión budista, tiene el estatus de Bodhisattva, es decir, que, al igual que Buda, ha alcanzado la iluminación, pero decidió renunciar a entrar en el nirvana para salvar a los hombres y llevarlos a la revelación. Incluso se dice que juró entrar sólo cuando los infiernos se hubieran vaciados. Por ello, es la deidad más altruista, tierna y compasiva que se puede conocer. Materializado en forma de estatua de piedra que representa a un monje pequeño, regordete y simpático, suele ir vestido con una gorra y un babero rojo y es imposible no fijarse en él.

Jizo

Como este guía espiritual se encarga de ayudar a la gente a encontrar su camino, se dedica especialmente a los más débiles e indigentes. Por eso se ha convertido naturalmente en el protector de los niños, a los que asiste tanto en vida como en su muerte. En esta ocasión, tiene un papel muy preciso para ayudar a sus almas a salir del limbo y pasar al otro mundo. 

Jizo

Afortunadamente, también protege a los niños en su vida cotidiana, para todas sus pequeñas dolencias y penas. Si las ropas de las estatuillas son de color rojo es porque éste se asocia a la pureza, por tanto a la infancia, y que tiene el poder de expulsar a los demonios.

Su función de «asistencia a las personas en peligro» también convierte a Jizo en el protector de los viajeros que pueden perderse, tener malos encuentros o, peor aún, ser atacados. Por lo tanto, está ahí para vigilarlos y el hecho de cruzarse con él en el camino, en los lugares más inesperados, pero sobre todo en las encrucijadas, es siempre tranquilizador. Del mismo modo, guía a las personas entre el mundo real y el espiritual y se sitúa en la entrada de los templos.

Por último, es el guardián de los muertos cuyas tumbas han sido olvidadas por falta de familia que las mantenga. Para que estas almas perdidas lleguen al paraíso, los jozis se colocan en grupos para simbolizar las oraciones y el apoyo de los seres queridos, que los escoltan en su viaje al más allá.

Este Bodhisattva es una deidad importante en Japón. En primer lugar, porque es amistoso, pacífico y accesible para todos, en segundo lugar, porque su misión evita que la gente se sienta abandonada y, en tercer lugar, porque simboliza la transformación y el renacimiento feliz.

Jizo

Cuando conocemos por primera vez a estos hombrecitos de piedra, estamos un poco confundidos, incluso perturbados por sus ropas rojas de bebé. Son como figuras extrañas difíciles de integrar en nuestro mundo occidental. Pero entonces, cuando conocemos su papel, nos decimos que, por fin, nos gustaría acurrucarnos con estos Jizos benévolos para que nos guíen también a nosotros, viajeros de otro país, en tránsito entre dos mundos, hijos eternos en el camino de la vida.

Texto de Claudia Gillet-Meyer y fotos de Régis Meyer.

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